El mañana es incierto. Esta frase define la materia prima que utilizan las aseguradoras para crear los seguros de vida. Pues sí, el negocio de las compañías de seguros es vender certidumbre que sofoquen las dudas siempre presentes en los padres de familia responsables: ¿qué pasaría con mis seres queridos si de repente yo falleciera?
La respuesta es simple: si firma este documento y se mantiene al corriente de pago, su familia recibirá un beneficio de 250.000 dólares -u otra cantidad convenida- si usted fallece. ¿Dónde hay que firmar? Indaga la mayoría de padres responsables.
Lo cierto es que existen dos principales grupos de seguros de vida: el seguro de vida a término y el seguro de vida permanente.
El seguro de vida a término, como su nombre indica, se contrata por un determinado período de tiempo. Suele ser entre 5 y 30 años. Si el titular de la póliza fallece dentro del término contratado, la familia recibirá en beneficio los 250.000 dólares convenidos, por seguir con el mismo ejemplo. Si vive más allá del término contratado, ¡felicidades! Por no morirse, pero no cobrará, ya que entonces el contrato habrá expirado.
Por su parte, el seguro de vida permanente ofrece cobertura durante toda la vida, siempre y cuando se pague la póliza. En el momento en que el titular de la póliza de seguro fallezca, el monto convenido se le entrega al familiar beneficiario. Por cierto, es un dinero libre de impuestos. El Tío Sam no le meterá las manos en el bolsillo para llevarse su parte.
Con estos datos, usted se preguntará a quién le conviene un seguro de vida a término. Pues a los padres de niños pequeños que desean mantenerlos protegidos mientras culminan sus estudios, a los emprendedores que desean proteger a su familia o al socio, mientras pagan la inversión. Piense qué pasaría con su esposa si ella tiene que asumir toda la deuda de un negocio que no controla, si usted de repente fallece.
En fin, el seguro de vida, tanto el seguro de vida permanente como el seguro de vida temporal, son instrumentos financieros al alcance de todos que nos permiten poner la cabeza sobre la almohada y dormir tranquilos, sabiendo que si dejásemos este mundo de forma abrupta nuestra familia quedaría protegida.
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